La industriosa cocinera transporta muy de madrugada, todos los días del año, con ayuda de un triciclero, su equipo de cocina a un punto en la ciudad donde vende comida popular. Monta en una mesita sus “féferes” y prende el anafe con carbón. Cocina “Yaniqueques”, empanadas, fritos verdes, bollitos de yuca y quipes en medio de un aroma de grasa inconfundible: el desayuno para muchos transeúntes y obreros.
lunes, 31 de diciembre de 2007
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